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Captada por primera vez desde la Tierra una misteriosa mancha oscura en Neptuno

El Telescopio Muy Grande, ubicado en el desierto de Atacama en Chile, detecta esta gran mancha negra, cuya naturaleza y origen continúan sin conocerse

Neptuno
Neptuno en una imagen que combina todos los colores captados por el telescopio, con la mancha oscura en la parte superior derecha.ESO/P. IRWIN ET AL.

Desde hace más de 30 años se han podido observar manchas oscuras en Neptuno. En el gigante helado aparecen y desaparecen estos vórtices de escala planetaria, similares en extensión a la Tierra, y su naturaleza es una incógnita más allá de lo que se puede observar en su atmósfera. Para profundizar en este misterio cósmico, un consorcio internacional publica hoy en la revista científica Nature Astronomy el análisis del fenómeno desde un telescopio terrestre, el primero que ha logrado captar y analizar la gran mancha oscura.

Gracias al Telescopio Muy Grande (VLT, por sus siglas en inglés), el grupo liderado por Patrick Irwin, profesor de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, ha sido capaz de identificar a los aerosoles (cualquier partícula sólida o líquida que interfiere con la luz del Sol) como los causantes del oscurecimiento en la formación nebular respecto al fondo azulado común de la atmósfera de Neptuno. El equipo de Irwin escribe en el estudio que han sido capaces de analizar la luz solar reflejada por el planeta a diferentes longitudes de onda, pasa así poder determinar la altura a la que se encuentra la mancha o la naturaleza de su oscurecimiento respecto al resto de la atmósfera. Y todo ello con la ayuda del instrumento MUSE del Observatorio Europeo Austral, situado en un cerro del desierto de Atacama en Chile, donde se encuentra el VLT.

El estudio de la atmósfera más externa de Neptuno apunta a la presencia de neblinas, nubes de hielo de metano y, a mayores profundidades, de sulfuro de hidrógeno. “Por debajo de las nubes de sulfuro de hidrógeno, los modelos indican la presencia también de nubes de hidrosulfuro de amonio o agua, pero a falta de observaciones a tales profundidades la presencia de estas últimas no se han podido confirmar aún”, aclara el coautor Daniel Toledo. Para el físico del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), lo más importante de su trabajo es comprender que la mancha oscura de Neptuno está producida por el cambio en la naturaleza de los aerosoles en la profundidad del planeta, no por un claro entre las nubes tormentosas a esas alturas.

Neptuno dividido en colores y longitudes de onda, lo que proporciona una gran cantidad de información valiosa para los astrónomos.
Neptuno dividido en colores y longitudes de onda, lo que proporciona una gran cantidad de información valiosa para los astrónomos. ESO/P. IRWIN ET AL.

La sonda Voyager 2 en 1989 y el telescopio Hubble en 1996 lograron en sus periplos espaciales instantáneas de diferentes grandes manchas intermitentes en Neptuno. Fotografías útiles para determinar el tamaño y forma de los fenómenos, “básicamente una descripción externa de los vórtices”, aclara Toledo. Pero para conocer su composición, los científicos han requerido del instrumento MUSE del VLT, que es capaz de realizar un análisis del “espectro completo del vórtice, en muchas longitudes de onda” gracias a técnicas espectrográficas. Algo que sorprende de la mancha es que “a partir de una determinada longitud de onda, a los 700 nanómetros, desaparece”, detalla el físico al describir el modelo tridimensional de los resultados de su investigación.

“Gracias a la variación de la absorción del gas metano con la longitud de onda, podemos establecer desde que profundidades estamos observando la luz reflejada por la atmosfera”, explica el científico del INTA. Esto indica que el fenómeno que se ve ocurre en las partes altas de la atmósfera del planeta helado, a niveles de presión de 4-5 bares, que se encuentra por debajo de nivel de condensación de las nubes de metano que se observan en las clásicas fotografías de Neptuno. Toledo traza un símil terrícola: “En la Tierra ocurre lo mismo con la luz ultravioleta, que se absorbe mayormente en la estratosfera por el ozono. De aquí que si observamos la Tierra desde fuera de su atmósfera, la luz reflejada en el ultravioleta se debe a las interacciones entre la luz solar y la atmósfera a alturas por encima de la capa de ozono”.

Pese a ser consciente de las limitaciones del estudio que se centra en la capa externa del planeta, Toledo celebra “saber que la mancha oscura es el resultado de un fenómeno atmosférico que está ocurriendo a unas profundidades donde nuestro conocimiento es muy limitado por la falta de observaciones directas”. El propio trabajo aclara que sigue siendo una incógnita qué es lo que provoca el movimiento dentro de la gran mancha, aunque los científicos teorizan con que “podría estar relacionado con la fotólisis de determinados gases” en el gigante.

Los investigadores Irwin y Toledo destacan ser capaces de lograr desde la Tierra una imagen con tanta información del séptimo planeta del sistema solar. Pero el coinvestigador subraya que el futuro de la investigación requerirá de sondas espaciales para poder sobrepasar los límites de los modelos actuales: “El siguiente paso sería lógicamente tener una misión dedicada a estos planetas [Urano o Neptuno], ya que los Gigantes de hielo son los únicos planetas del Sistema solar que no han tenido una misión dedicada a ellos”. Toledo asegura que enviar sondas será de “máxima prioridad” para la NASA en los próximos años, debido al conocimiento que estos satélites naturales pueden ofrecer sobre el origen del Sistema solar o su ayuda en la exploración espacial, por su similitud con los exoplanetas que se estudian en la Vía Láctea.

Fuente: El País/ Jon Gurutz Arranz.

Primera imagen directa de un agujero negro expulsando un potente chorro: “Todavía no entendemos cómo sucede”

Una red de telescopios logra fotografiar la materia que emana del centro supermasivo de la galaxia Messier 87, a 55 millones de años luz

Galaxy M87
Esta imagen muestra el chorro y la sombra del agujero negro del centro de la galaxia M87, juntos por primera vez.R.-S. LU (SHAO), E. ROS (MPIFR), S. DAGNELLO (NRAO/AUI/NSF)

Es la primera vez que se observa en directo el potente chorro de materia expulsado desde un agujero negro supermasivo. Este fenómeno cósmico inédito ocurrió en el centro de la galaxia Messier 87 (M87), ubicada a 55 millones de años luz de distancia en nuestro vecindario galáctico, y fue captado en 2018. Este agujero negro logró fama mundial al convertirse en el primero que se fotografiaba.

La mayoría de las galaxias albergan un agujero negro supermasivo en su centro, que aunque son conocidos por engullirlo todo, también pueden lanzar poderosos chorros de materia que se extienden más allá de su vecindario galáctico. Esta nueva captura de la galaxia M87 ha podido reproducirse gracias a la colaboración de un conjunto de 14 radiotelescopios situados por toda la superficie terrestre. Este mismo grupo también logró captar el agujero negro Sagitarius A* que habita en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

La comunidad astronómica informa de que este proyecto científico internacional, desarrollado para captar estos titánicos fenómenos galácticos, ayuda a que se comprenda mejor cómo estos misteriosos gargantúas pueden lanzar chorros tan energéticos. Una incógnita astronómica, según explica en una nota Ru-Sen Lu, del Observatorio Astronómico de Shanghái, en China: “Todavía no entendemos del todo cómo sucede, pero sabemos que los chorros son expulsados de la región que rodea a los agujeros negros”. Para poder estudiarlo directamente, los científicos necesitaban analizar el fenómeno con mucho más detalle que hasta ahora.

Es lo que consigue por primera vez la imagen que publica el equipo internacional: captar el conjunto, cómo se conecta la materia del chorro al disco de acreción que rota alrededor del agujero negro supermasivo. Investigaciones previas habían logrado fotografiar por separado este agujero negro en el centro de M87, 6.500 millones de veces más masivo que nuestro Sol, y su chorro, pero nunca juntos.

La característica forma de anillo que se puede ver en la imagen obedece a que el agujero negro expulsa materia que se queda orbitándolo, mientras se calienta y emite luz, que luego recaptura. La región oscura del centro es la sombra del agujero negro, ya fotografiada por el consorcio internacional Telescopio Horizonte de Sucesos (EHT en inglés).

Radiotelescopios de ALMA, observatorio formado por 66 antenas de alta precisión ubicadas a 5.000 metros de altitud, al norte de Chile.
Radiotelescopios de ALMA, observatorio formado por 66 antenas de alta precisión ubicadas a 5.000 metros de altitud, al norte de Chile

La importancia de la sincronización y de la posición de los telescopios por todo el mundo sirve capturar de forma adecuada estos objetos astronómicos. Entre ellos destacan el Global Millimetre VLBI Array (GMVA), el observatorio ALMA (por Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) y el Telescopio de Groenlandia (GLT). El ALMA consta de 66 antenas en el desierto chileno de Atacama, y la astrónoma Lu señala que “gracias a su ubicación se pudo revelar la sombra del agujero negro y, al mismo tiempo, ver con más profundidad la emisión del chorro”.

En esta ocasión, una longitud de onda más larga que la del EHT ha hecho posible “ver cómo el chorro emerge del anillo de emisión alrededor del agujero negro supermasivo central”, explica Thomas Krichbaum, del Instituto Max Planck de Radioastronomía, en la nota del Observatorio Europeo Austral. Los astrofísicos indican, en los nuevos resultados que ofrece la red de telescopios GMVA, que la imagen del agujero negro es un 50% mayor y más grueso que la que hizo el EHT de 2018, lo que sugiere que hay más material cayendo del que se pudo detectar en su momento.

A futuro, el trabajo de la red de telescopios dista mucho de concluir. El científico Eduardo Ros, también del Instituto Max Planck de Radioastronomía, explica que su equipo planea continuar observando “la región que hay alrededor del agujero negro en el centro de M87, en diferentes longitudes de onda de radio, para estudiar más a fondo la emisión del chorro”. Y el astrónomo aventura más descubrimientos: “Los próximos años serán emocionantes, ya que podremos aprender más sobre lo que sucede cerca de una de las regiones más misteriosas del Universo”.

Fuente: El País.

Atmósferas planetarias: buscando la luz de la vida con ayuda de Penélope

El acceso a información de habitabilidad, marcadores biológicos y diversidad de otros mundos depende de que podamos capturar la luz de sus atmósferas

Recreación de un exoplaneta y la doble estrella sobre la que gira.
Recreación de un exoplaneta y la doble estrella sobre la que gira.

Imaginemos por un momento a una Penélope que, cansada de esperar a Ulises haciendo y deshaciendo calceta para el sudario de su suegro, decide hacer algo más productivo con su vida y se aventura en el sector de la aeronáutica espacial. Como ser inteligente que es, razona que si su marido estuviese en este planeta ya habría regresado, así que se construye un cohete y les dice a los mismos que tenía entretenidos con el tapete que es para ir en búsqueda de Ulises al espacio exterior. Lo monta rápido, al fin y al cabo es bastante más entretenido que hacer ganchillo, y se pone rumbo a las estrellas. Y, si Homero se pudo permitir centauros, cíclopes, sirenas y conversaciones con los muertos en su Odisea, me puedo permitir yo, simple mortal, trasvases de conocimiento científico al pasado, así que mi Penélope además de ir equipada cerebralmente con los últimos avances de astrofísica terrestre, ha sido informada de los planes de las grandes agencias espaciales de la Tierra, misiones que espera complementar con su viaje de investigación galáctico.

En realidad el objetivo de Penélope es la búsqueda de vida extraterrestre así que las primeras paradas las hace en los lugares del Sistema Solar con más posibilidades de albergarla. Pasa por Ío y Europa, dos lunas de Júpiter, y considera poco probable que su marido, por ser macroscópico, se encuentre entre volcanes o bajo la capa de hielo de 150 km que cubre la superficie (la verdad es que tampoco llevaba un taladro). Continúa viaje a Titán, la luna de Saturno, y como no le gusta demasiado el olor a metano de su atmósfera, decide probar suerte en Encelado, que está en la misma salida de la autopista, la de Saturno, donde pasa unos días agradables disfrutando de unos baños hidrotermales. Antes de proseguir camino recoge muestras in situ que serán analizadas en busca de indicios de vida, pero esos planes se los deja a las próximas misiones de la ESA (Agencia Espacial Europea) y la NASA.

No hay muchas más opciones que intentar captar esa luz tenue para discernir si las condiciones en un exoplaneta son potencialmente aptas para la vida

Ya que tiene el cohete hecho y pagado, Penélope decide irse más lejos. ¿Pero a dónde?, ¿qué lugar podría albergar vida según los conocimientos transferidos de una Tierra pospandémica y recalentada? No tiene claro a cuál de los 4.786 planetas confirmados (a fecha del 19 de julio del 2021) poner rumbo, sobre todo porque todos salvo uno, Próxima b, están muy lejos, incluso para un personaje de ficción que se mueve a la velocidad de la luz. Así que decide, con buen criterio, que ya que las distancias son tan grandes el mejor indicio de lo que hay debajo lo puede dar la composición de la atmósfera del planeta. En realidad, no hay muchas más opciones que intentar captar esa luz tenue para discernir si las condiciones en un exoplaneta son potencialmente aptas para la vida.

Estudia y encuentra que, hasta la fecha, el método más eficaz para detectar atmósferas de exoplanetas es esperar, desde nuestro lugar de visión en la Tierra o con los telescopios que hemos puesto en órbita, a que el exoplaneta pase delante de su estrella anfitriona. Entonces, cuando una pequeña fracción de la luz estelar pasa a través de la atmósfera del planeta, se pueden detectar las moléculas o átomos que absorben la luz en algunas longitudes de onda, igual que en la atmósfera de la Tierra filtra la luz del Sol. Así se detectó la primera atmósfera en un exoplaneta, HD 209458b, el elemento encargado de absorber la luz en este caso fue el sodio y el instrumento con el que se hizo la detección fue el incombustible y solo hace dos días traído del Hades Telescopio Espacial Hubble. La técnica es un poco más complicada que lo que da para describir en un post, pero de esta manera se han medido atmósferas de exoplanetas que contienen agua, también metano, monóxido y dióxido de carbono y helio. Para que esta técnica se pueda utilizar hacen falta planetas en tránsito (que visto por nosotros pasen delante de la estrella) y planetas como Júpiter, Neptuno y supertierras en órbitas tan pequeñas que el año en esos mundos dura tan solo unos días, 4 o 5 (en lugar de los 365 en la Tierra). La fracción de luz estelar que atraviesa la atmósfera de un exoplaneta en tránsito es muy pequeña, lo que limita tanto los telescopios y los instrumentos que se pueden utilizar como el sistema planetario que se puede observar. Aunque algo podrá hacer JWST o ELT con planetas terrestres cercanos, planetas como la Tierra no se pueden observar directamente con la tecnología actual. Por ese motivo y hasta ahora, la luz de atmósferas solo se ha podido detectar en unas pocas docenas de planetas grandes, de los miles conocidos. Algo que cambiará muy pronto con el lanzamiento de ARIEL, una misión de la ESA que medirá las atmósferas de cientos de planetas en tránsito, la mayoría gigantes gaseosos calientes y templados que orbitan cerca de su estrella.

Hasta la fecha, el método más eficaz para detectar atmósferas de exoplanetas es esperar, desde nuestro lugar de visión en la Tierra o con los telescopios que hemos puesto en órbita, a que el exoplaneta pase delante de su estrella anfitriona

Si Penélope se hubiese alejado a solo 32 años luz de la Tierra (poco más de lo que tardó en regresar su marido), incluso dotada en su nave espacial con el telescopio más sensible existente en la actualidad, no podría haber identificado la Tierra como planeta habitable. A pesar de que la Tierra a esa distancia es más brillante que las galaxias más débiles que ha medido el telescopio Hubble, el Sol emite 10 millones de veces más luz que la Tierra en el rango en el que el JWST será sensible, se encontraría como los conejos en la carretera cegados por los faros de los coches. Para poder regresar necesitaría el Roman Space TelescopeHabEx o LIFE, proyectos a los que le queda ser realidad, pero con los que se podrían medir la luz directa de atmósferas de planetas pequeños cercanos en órbitas similares a la de la Tierra alrededor del Sol.

Eva Villaver es investigadora del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA).

Vacío Cósmico es una sección en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista científico sino también filosófico, social y económico. El nombre “vacío cósmico” hace referencia al hecho de que el universo es y está, en su mayor parte, vacío, con menos de 1 átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno, paradójicamente, hay quintillones de átomos por metro cúbico, lo que invita a una reflexión sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo. La sección la integran Pablo G. Pérez González, investigador del Centro de Astrobiología; Patricia Sánchez Blázquez, profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM); y Eva Villaver, investigadora del Centro de Astrobiología.

Fuente : El País / Eva Villaver .

Despega con éxito el ‘James Webb’, el mayor telescopio espacial de la historia

Despega con éxito el James Webb, el mayor telescopio jamás enviado al espacio | EFE

Un cohete europeo Ariane 5 lanza la misión de EE UU, Europa y Canadá desde la Guayana Francesa

Despegue del cohete Ariane 5 que transporta el telescopio espacial ‘James Webb’, este sábado en el puerto espacial europeo de la Guayana Francesa.Foto: JM GUILLON/ESA / HANDOUT (EFE) | Video: EUROPA PRESS

El telescopio espacial James Webb ha sido lanzado con éxito desde el puerto espacial europeo de la Guayana Francesa. Una media hora después del despegue, los responsables del control de la misión han recibido la señal de que el enorme observatorio espacial se había separado de la última parte del cohete que lo impulsaba y había desplegado los paneles solares.

La cámara de la última etapa del cohete europeo Ariane 5 ha grabado el momento en el que el telescopio se ha desanclado para continuar el camino ya por sí solo. Era la última vez que la humanidad podía ver el observatorio, que surca el espacio en dirección al segundo punto de Lagrange, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, donde intentará captar la primera luz del universo, aparecida hace 13.700 millones de años.

“Hoy le hacemos un enorme regalo de Navidad a la humanidad”, ha celebrado Josef Aschbacher, director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), uno de los promotores principales de la misión, junto a EE UU y Canadá. “El James Webb nos permitirá hacer nueva ciencia y ya ha permitido un gran desarrollo tecnológico”, ha añadido.

Durante las próximas horas, días y semanas, el telescopio realizará la secuencia de maniobras y despliegues automáticos más compleja de la historia hasta que, dentro de un mes, llegue a su destino.

El James Webb será el sucesor del telescopio espacial Hubble, que comenzó su vida útil con mal pie. Sus sistemas de visión no funcionaban bien y hubo que enviar astronautas para repararlo. Todo acabó solucionándose y el Hubble cambió para siempre nuestra visión del universo. Nos mostró lugares a los que nunca antes se había llegado, con galaxias que nacieron hace unos 13.000 millones de años. Aunque fue diseñado antes de que se supiera que existen planetas alrededor de otras estrellas más allá del Sol —exoplanetas—, las lentes del Hubble fueron capaces de observar estos mundos e incluso distinguir sus atmósferas.

El James Webb irá mucho más lejos en el tiempo y en el espacio que el Hubble. Si todo va bien, podrá ver la primera luz del universo que fue emitida por los primeros grupos de estrellas agrupadas en las primeras galaxias hace unos 13.700 millones de años. Esto es apenas 100 millones de años después del origen del universo tras el Big Bang, una región del cosmos que jamás ha sido explorada y donde la naturaleza probablemente nos tiene guardada alguna sorpresa, como ha explicado a EL PAÍS el Nobel de física estadounidense John Mather, uno de los padres científicos del Webb.

El nivel de nerviosismo de todas las personas involucradas en esta gran empresa científica es mayor que con lanzamientos anteriores, pues todo tiene que salir perfecto: no hay posibilidad alguna de ir a reparar el telescopio si algo falla; estará sencillamente demasiado lejos para poder enviar astronautas.

“Estoy entusiasmado porque veo ya muy cerca el inicio de las operaciones científicas”, explica Santiago Arribas, astrónomo del Centro de Astrobiología (CAB) que lleva involucrado en el proyecto desde finales de los años noventa. Actualmente, es investigador principal de la participación española en Nirspec, uno de los cuatro instrumentos científicos del Webb, que ha sido desarrollado por la Agencia Espacial Europea.

“El instrumento es capaz de registrar la luz de hasta 200 galaxias a la vez. Esto permitirá obtener muestras de muchas galaxias en diferentes épocas cósmicas”

Santiago Arribas, astrónomo del Centro de Astrobiología

Una de sus ventajas será la capacidad de hacer “espectrografía infrarroja”. “Esto permite descomponer la luz infrarroja, de forma similar a como la luz visible se dispersa en colores al pasar por un prisma”, explica Arribas. “Analizando esta luz podremos obtener la composición química del objeto que miramos, sus propiedades físicas, y también cómo se está moviendo. Nirspec detectará señales de luz muy, muy débil de objetos muy lejanos. Nos llevará a una época primigenia del universo, cuando se formaron las primeras galaxias”, resalta el astrónomo.

“El instrumento también es capaz de registrar la luz de hasta 200 galaxias a la vez. Esto permitirá obtener muestras de muchas galaxias en diferentes épocas cósmicas y saber cómo se han transformado hasta lo que son hoy”, señala Arribas.

Se piensa que las primeras galaxias pudieron ser amasijos informes muy afectados por las violentas explosiones que producían las primeras estrellas al morir. Después, se fueron calmando y, en algunos casos, ordenando hasta tener una espectacular estructura en espiral como la de la Vía Láctea. Nosotros, la Tierra y el resto de planetas del Sistema Solar, estamos en la cara interna de Orión, uno de los brazos de la espiral.

“Este telescopio va a cambiar nuestra visión de los exoplanetas desde el punto de vista físico y químico”

David Barrado, investigador del Instituto de Tecnología Aeroespacial

El James Webb será el primer telescopio espacial capaz de estudiar en detalle planetas que orbitan estrellas más allá del Sol y decir si en ellos hay agua, metano, dióxido de carbono y otros compuestos que podrían destapar la posibilidad de que exista vida. “Este telescopio va a cambiar nuestra visión de los exoplanetas desde el punto de vista físico y químico”, explica David Barrado, investigador principal del instrumento Miri en el Instituto de Tecnología Aeroespacial, organismo que ha tenido un papel protagonista en la construcción, junto al CAB, ambos en Madrid.

En sus primeros años de operación, el Webb se centrará “en unas pocas decenas de exoplanetas”, explica Barrado. Entre ellos está el sistema solar de Trappist, una estrella a 40 años luz. Esta distancia es ínfima en términos cosmológicos, pero inasumible para las sondas espaciales humanas. Para alcanzarla habría que viajar durante 40 años a la velocidad de la luz, algo impensable con la tecnología actual.

En 2017, se descubrió que Trappist cobija siete planetas rocosos como la Tierra. En su primer año de operación, Barrado participa en un programa para observar en detalle dos de estos planetas, el B y el E. Del primero esperan captar la luz directa. Es posible que este mundo con un tamaño similar a la Tierra sea más parecido al infernal Venus que a nuestro planeta.

Trappist es más interesante para hallar indicios de vida. Está en la zona adecuada en torno a su estrella para poder albergar agua líquida. Si su atmósfera tiene gases de efecto invernadero podría tener unas temperaturas en superficie similares a las de la Tierra. “No tenemos ni idea de lo que vamos a ver en estos planetas”, explica Barrado. “Hasta ahora solo hay suposiciones sobre la composición química. El James Webb podrá decirnos de qué está hecha con alta precisión”, destaca. Lo mismo sucederá con otros exoplanetas de los que hasta ahora únicamente hemos conocido “pinceladas”, añade el científico.

Tras el despegue de este sábado, el Webb realizará la secuencia de despliegue más compleja de la historia, según la NASA. La agencia espacial estadounidense es el principal promotor de este proyecto, en el que también participan la ESA y la agencia de Canadá. Hay unas 300 operaciones que podrían salir mal, arruinando la misión. Todo el despliegue de este enorme observatorio está programado y se hará de forma automática, sin que los responsables del centro de control de la misión puedan intervenir.

El cohete Ariane 5 ha impulsado al telescopio durante unos ocho minutos para permitirle escapar a la fuerza de gravedad de la Tierra y salir al espacio. Una media hora tras el despegue el telescopio ha activado su antena de comunicación con la Tierra y sus paneles solares, que le permiten dejar de alimentarse de su batería eléctrica, no muy diferente de la que usa un coche.

Este telescopio es como una descomunal mariposa robótica que irá desplegándose a medida que viaja hacia su destino. Durante los primeros días de viaje se abrirán los soportes del parasol, que tiene el tamaño de un campo de tenis y que debe garantizar que en el lado de sombra el telescopio pueda alcanzar los 233 grados bajo cero. Esto es esencial para que funcione correctamente el espejo primario: un ojo hecho de 18 placas hexagonales con un diámetro total de seis metros y medio, el mayor que se haya lanzado nunca al espacio. Es tan grande que va plegado sobre sí mismo. Las maniobras de apertura comenzarán dentro de 13 días. Una vez alcanzado su destino, el telescopio pasará varios meses probando todos sus instrumentos y circuitos. Las primeras observaciones científicas se esperan para el próximo verano.

Fuente : El País / Nuño Domínguez .