Archivo por meses: May 2022

Twitter eliminará las imágenes que se compartan sin el consentimiento de quien aparece en ellas

La plataforma ha modificado su política sobre información privada para incluir las imágenes y los vídeos, que hasta ahora no formaban parte de los contenidos de terceros que impedía compartir

Un usuario de Twitter consulta la red social en su teléfono móvil.
Un usuario de Twitter consulta la red social en su teléfono móvil. UNSPLASH

Si un usuario publica las coordenadas de otra persona sin su permiso, Twitter le da un aviso y elimina la información. Si ese usuario reincide, será la última vez que lo haga: su cuenta quedará suspendida de manera permanente. Hasta el martes, la compañía consideraba una violación de sus normas comunitarias compartir la dirección, la ubicación, el DNI, el número de teléfono o la cuenta bancaria de un tercero sin su consentimiento (siempre que no hubiera sido publicado en otra plataforma o web antes), pero no ocurría igual con las imágenes y los vídeos. Esta semana, Twitter ha actualizado su política sobre información privada para incluir el contenido audiovisual y ahora los usuarios que compartan imágenes o vídeos sin consentimiento de quienes aparecen en ellos se enfrentan a la suspensión temporal hasta que el contenido quede eliminado. La medida se anunció solo un día después de que la compañía comunicara el relevo del consejero delegado, Jack Dorsey ―fundador en 2006 de la compañía―, por el ingeniero indio Parag Agrawal.

El motivo esgrimido por Twitter para tomar esta decisión es proteger sobre todo a ‘‘mujeres, activistas, disidentes y miembros de minorías’’, que pueden verse perjudicados a nivel emocional e incluso físico de manera desproporcionada con respecto al resto de la población (aunque pueda verse afectada cualquier persona). En su blog oficial, Twitter explica que ‘’hay una preocupación creciente por el mal uso de las imágenes, los vídeos y la información no disponible en ningún otro lugar de la red y que se utiliza para acosar, intimidar o poner al descubierto la identidad de los individuos’’, e insiste: ‘’Esto nos va a permitir tomar medidas con el contenido audiovisual que no sea expresamente abusivo, cuando se publique sin el consentimiento de la persona que aparezca representada’’.

La compañía también establece que la norma ‘’no es aplicable al material audiovisual referido a figuras públicas cuando la imagen y el texto que la acompaña se comparta en aras del interés público o añada valor al discurso público’’. Si el objetivo de esa publicación fuera acosar, intimidar o silenciar a través del miedo a dichos personajes, se eliminaría el contenido por la política de comportamiento abusivo.

A los medios de comunicación tampoco se les aplicaría la política, dado el interés público de sus contenidos y el derecho a informar que los ampara. De hecho, uno de los dos criterios que destaca la plataforma para mantener una publicación y no destruirla es precisamente que la imagen o vídeo ya haya sido publicada por un medio. El otro supuesto es que estuviera circulando por internet antes de que el usuario la compartiera. Twitter defiende que siempre evaluará el contexto y puede que decida mantener una imagen en lugar de eliminarla. En todo caso, se requerirá al afectado una declaración sobre la foto o el vídeo en cuestión para evaluar cada caso concreto antes de tomar alguna medida.

Algunos usuarios han manifestado sus reticencias ante el cambio en la política: ‘‘Esto es horrible. Las imágenes incluyen las de personas aleatorias, estén o no en el fondo de la foto, a las que no puedes coger y preguntarles si les importa que publiques una foto que les acabas de sacar’’, ha planteado @itsblrose. Este y otros comentarios han llevado al debate sobre los memes, que en muchas ocasiones han convertido a individuos desconocidos en celebridades. La cuestión que se plantea es que, aunque Twitter no pretende eliminar cualquier imagen tomada sin consentimiento (como las de personajes públicos o aquellas que ya circulaban por internet), ¿qué ocurre si un usuario es el primero en subir un potencial meme? ‘‘Dado que la mayor parte de los memes y gifs conciernen a individuos privados que no han dado su permiso para utilizar su foto o vídeo para ese propósito, ¿va a vetar Twitter los memes y los gifs a partir de ahora?’’, se ha preguntado @russish.

El caso del humor gráfico puede resultar anecdótico, pero preocupan en mayor medida las grabaciones o capturas de violaciones de derechos humanos, como el asesinato de George Floyd en Minneapolis el pasado año. Gracias a su publicación, adquirió una notoriedad que potenció enormemente el movimiento Black Lives Matter y desencadenó protestas masivas en todo el mundo para exigir justicia. ¿Qué habría ocurrido en ese supuesto con esta nueva política? El usuario que subió el vídeo a la red, ¿se vería obligado a eliminarlo si, por ejemplo, el policía condenado por su homicidio, Dereck Chauvin, hubiera declarado a Twitter que en ningún momento se le había consultado? La compañía lo aclara en su comunicado: ‘‘Sabemos que hay casos en los que se comparten imágenes o vídeos con la intención de ayudar a alguien que pasa por una situación crítica (…) o como parte de un suceso noticioso de interés público, eso puede hacer que pese más la seguridad’’.

El gurú del periodismo Jeff Jarvis también ha manifestado en la propia plataforma sus dudas con respecto al cambio de política, aunque ha ido más allá: ‘’Estoy muy confundido. ¿Esto quiere decir que, si saco una foto, por ejemplo, en Central Park, necesito el permiso de todas las personas que aparezcan?’’. Aunque Twitter lo ha aclarado: ‘‘Las imágenes o vídeos que muestren a personas participando en eventos públicos, como protestas o citas deportivas, generalmente no violarían esta política’’.

Instagram ya contaba con un formulario para quien quisiera solicitar la retirada de una imagen que no quería que estuviera en la plataforma, aunque la compañía recomienda, antes de nada, pedirle directamente a la persona que subió la fotografía que la elimine. Facebook, por su parte, advierte: ‘’Si te molesta una foto en la que te han etiquetado, puedes eliminar la etiqueta. Facebook no puede hacer que la gente elimine fotos si estas no infringen nuestras condiciones del servicio’’. El deber de solicitar el consentimiento al subir una imagen en la que aparece una segunda persona sigue generando dudas. Algunos expertos creen que, cuando alguien posa para una fotografía, está otorgando un consentimiento tácito, pero, para otros, eso no constituye una señal suficiente que indique permiso de publicación, solo se daría por sentado el acuerdo para aparecer en la imagen. La política de Twitter se encuentra más orientada a las imágenes tomadas sin ninguna clase de permiso, por lo que no parece que un selfi pudiera generar problemas a los usuarios.

Fuente : El País / Clara Rebollo .

Los ‘cholets’, las casas de la nueva burguesía boliviana

Los coloridos edificios cuyo nombre mezcla las palabras cholo y chalet son el símbolo de la identidad aymara

El cholet del empresario boliviano Rene Calisai, en El Alto, Bolivia, la semana pasada.
El cholet del empresario boliviano Rene Calisai, en El Alto, Bolivia, la semana pasada. MARIANA ELIANO

A Rene Calisai la pregunta le pilla por sorpresa: “¿Que dónde está el baño? La verdad es que ya no sé dónde está”. El hombre se rasca la cabeza y ríe nervioso. Calisai, un empresario de 56 años con una mata de pelo negro sobre la cabeza por la que mataría la mitad de la humanidad, se ha despistado en su propia casa, un edificio de cinco alturas de colores chillones. Los salones están decorados con vidrieras hasta el techo y lámparas de araña. Los inmuebles como el suyo se conocen como cholets, símbolo de una nueva burguesía indígena surgida durante la última década en Bolivia. “Creo que detrás de esa columna hay uno”, recuerda de repente el anfitrión. En efecto ahí se encuentra, en un espacio de unos 30 metros cuadrados, con cuatro retretes y cuatro lavamanos. Los cholets invitan continuamente al asombro.

Sus dueños son comerciantes adinerados que llegaron a El Alto, una ciudad a más de 4.000 metros junto a La Paz, en los años setenta y ochenta. Venían de provincias donde el campo y la minería les hacía pasar hambre. Aquí iniciaron una vida modesta en terrenos polvorientos, como ciudades dormitorio. Pronto se encontraron con el desprecio de los capitalinos. A las cholas, las mujeres indígenas que visten con sombrero de bombín y largas faldas coloridas, no las dejaban entrar en los hoteles o los cines. Si abordaban un avión, algo insólito, las aerolíneas las obligaban a ponerse pantalones.

Con el tiempo encontraron su sitio en el comercio, un arte que practican desde hace siglos. El Alto está lleno de tiendas, talleres, mercadillos y pequeñas fábricas. Se puede encontrar cualquier cosa. Así floreció una nueva clase social que eclosionó durante los Gobiernos de Evo Morales (2006-2019). La representación de esta bonanza toma cuerpo en los cholets, una palabra que mezcla los términos cholo, despectivo hasta hace poco, y chalet, que resume todo lo aspiracional. La ciudad se ha llenado de estos edificios con diseños geométricos y colores vivos que suelen usar en sus tejidos los aymaras.

El comerciante Rene Calisai, dueño de un 'cholet' en El Alto, Bolivia.
El comerciante Rene Calisai, dueño de un ‘cholet’ en El Alto, Bolivia. MARIANA ELIANO

El inventor de este estilo nada ortodoxo es Freddy Mamani, un arquitecto de origen humilde cuyo padre era albañil. Mamani iba a mostrar esta mañana el cholet de Calisai, pero está muy ocupado. Aparece en las revistas de arquitectura más prestigiosas del mundo y los festivales de diseño se rifan su presencia. Algunos critican su excentricidad y su fealdad, pero son los menos. El empresario, que ha hecho fortuna con el transporte de carga pesada, se topó hace 12 años por la calle con una obra de Mamani y quedó maravillado. “Qué bonito”, pensó. Él y su esposa tardaron en conseguir el contacto de “el ingeniero”, como le llama, pero cuando dieron con él le propusieron un chollo para el artista: una hoja en blanco. Mamani podía construir lo que se le antojara.

—Tengo el orgullo de decir que aquí vinieron los gerentes regionales de dos bancos para disputarse la financiación de la obra.

Cuenta Calisai con media sonrisa, dejando a la vista sus dientes de oro. Insiste en que tendrá que trabajar hasta el último día de su vida para pagar los 350.000 dólares (unos 300.000 euros) que costó el proyecto. La verdad es que cuesta creerle. Parece querer sacar la modestia propia de sus orígenes humildes y, de paso, ahuyentar así a los familiares que quieran pedirle un préstamo. El valor del edificio se ha multiplicado, aunque no tiene claro poder encontrar un comprador: “A menos que lo pusiera a precio de gallina muerta”.

Construcción extravagante

A sus espaldas, a través de los cristales, se ve a unos obreros subidos a un andamio. Sus intenciones no son nada modestas. Diseñan sobre la fachada de un hotel los brazos y los ojos de un robot naranja que aparece en la película Transformers. Los cholets han incitado al resto de arquitectos a tirarse al vacío. La ciudad, una selva de ladrillos, se ha llenado de golpe de edificios extravagantes. No cuesta ver la torre Eiffel en una fachada, la Estatua de la Libertad o el Titanic en lo alto de una azotea. La gente cuenta que ha visto construcciones de formas rarísimas, y al principio cuesta creerlo, pero con el paso de los días en El Alto, culpa del mal de altura y del sol nuclear, uno empieza a creer que todo es posible.

De todos modos, esos no pueden considerarse cholets. El verdadero, como este en el que estamos, dedica los bajos del edificio al comercio y la primera planta a un salón de fiestas. El espacio se alquila entre 500 y 1.000 dólares para bodas, bautizos y celebraciones de 15 años. ¿Alguna vez la usa para sus ceremonias? “No, solo para la inauguración, vinieron 500 personas”. ¿Alguna celebridad? ¿Evo? “No, a los del Alto no nos dan importancia, somos de segundo patio, jajaja”. Del techo cuelgan unas luces en forma de corbata de gato y a los lados surgen unas columnas churriguerescas. Las paredes están decoradas con murales de motivos andinos.

El Cholet del comerciante Calisai, en una calle de El Alto, Bolivia.
El Cholet del comerciante Calisai, en una calle de El Alto, Bolivia.

Calisai, hijo de un matrimonio de campesinos pobres con ocho hijos, vive arriba, en las plantas siguientes, con su esposa y sus dos hijos. Ha cerrado una por completo y dedicado otra a las visitas. En total, 2.800 metros cuadrados. La última altura tiene unas hermosas vistas a la cordillera andina. Es casi lo más cerca que se puede estar del cielo.

Los cholets no están en barrios exclusivos, porque no los hay en El Alto, de 950.000 habitantes. Se levantan junto a casas modestas, vertederos, descampados. Calisai cuenta, con sentido escénico, que a veces sale de casa y al volver contempla el edificio y le cuesta unos segundos, recordar que es suyo. ¿Nunca imaginó que viviría en un palacio? “Gracias por llamarlo así, me honra”.

Fuente : El País / Juan Diego Quesada .

Viaje al epicentro del cambio climático en Guatemala

El reportero, afincado en el país centroamericano, conoce de primera mano los proyectos de la ONG Acción contra el Hambre para evitar una catástrofe alimentaria provocada por las lluvias erráticas. Su misión es contarlo

Tres trabajadores agrícolas apoyados por un programa de ACH cultivan hortalizas alternativas al maíz y al frijol en la Aldea El Sauce de Chiquimula, en Guatemala.
Tres trabajadores agrícolas apoyados por un programa de ACH cultivan hortalizas alternativas al maíz y al frijol en la Aldea El Sauce de Chiquimula, en Guatemala. ASIER VERA SANTAMARÍA

Hace más de seis años llegué a Guatemala impulsado por las protestas multitudinarias que en 2015 hubo en el país para exigir la renuncia del entonces presidente, Otto Pérez Molina. Desde ese año, está encarcelado por varios casos de corrupción. Lo que iba a ser una aventura de tres meses como periodista independiente se prolongó en el tiempo vendiendo reportajes para diversos medios de comunicación de España. Durante esta etapa han sido muchas las ocasiones en la que he entrevistado a miembros de ONG para conocer su trabajo en un país donde seis de cada diez habitantes viven en la pobreza o extrema pobreza. Lo que nunca imaginé fue que me dieran la oportunidad en Acción Contra el Hambre de ver de primera mano los efectos del cambio climático en Guatemala, donde la miseria, la violencia y la desigualdad expulsan cada año a miles de personas en busca de una vida mejor, sobre todo, en Estados Unidos.

Mientras en Glasgow alrededor de 120 líderes mundiales han conversado sobre el clima en el marco de la Conferencia de las Partes de Cambio Climático de la ONU (COP26) para intentar salvar al planeta, yo me encontraba viajando por Guatemala observando sus efectos en las cosechas y en los lagos. Gracias a una consultoría estoy conociendo la labor de Acción Contra el Hambre para paliar los efectos del cambio climático en Chiquimula, Sololá y Huehuetenango. Mi trabajo era contar cómo las familias más vulnerables de este país centroamericano están siendo golpeadas por las altas temperaturas y la escasez de lluvias que sufren en los últimos años y que repercute directamente en la desnutrición infantil y en el aumento de la migración. Para ello, nos adentramos en sus casas y en sus vidas cotidianas.

Mi primera toma de contacto fue en el denominado Corredor Seco, donde el calor no da tregua y la temperatura, que ronda los 40 grados, empieza a ser agobiante, pese a ser la temporada de invierno en Guatemala. Un lugareño del Departamento de Chiquimula, que me traslada en un vehículo por carreteras sin asfaltar, asegura que “ahora ves los árboles verdes por las lluvias de los últimos meses, pero en verano todo está amarillo y árido”.

Así comienza mi viaje por el epicentro del cambio climático en Guatemala: adentrándome en las aldeas más remotas de Chiquimula, que en 2020 llegaron a quedar completamente aisladas tras los huracanes Eta Iota. El único puente de acceso a la comunidad La Ceiba, en Jocotán, quedó destruido por las fuertes lluvias que causaron la muerte de 61 vecinos y la desaparición de otras 99 en todo el país centroamericano, según el conteo final divulgado por las autoridades de Guatemala. Por esta razón, fue necesario construir un puente Bailey portátil diseñado para uso militar.

Durante el trayecto en un 4×4 que serpentea por pedregosas carreteras hasta llegar a una aldea oculta en medio de la montaña de La Ceiba, la jefa de proyecto de la ONG, Johana Chacón, recuerda que los huracanes Eta Iota incomunicaron estas pequeñas comunidades de Chiquimula “agravando los casos de desnutrición”. Ante la imposibilidad de entrar o salir durante ese periodo en el que no había puente, lamenta que fallecieron dos niñas de nueve meses y de un año y tres meses a causa de la desnutrición, sin que las comunidades o las instituciones pudieran facilitar el traslado a tiempo hasta el hospital más cercano.

Mientras me habla, observo a una madre y su hija de apenas seis años que cargan en su espalda un costal cada una en el que llevan decenas de maderas. Sus cuerpos, completamente doblados hacia adelante por el peso, caminan lentamente subiendo una gran cuesta hacia su aldea. Estas imágenes se irán sucediendo a lo largo del camino donde niños y niñas de muy corta edad ayudan a sus familias en la economía familiar acarreando madera cortada en los bosques cada vez más escasos a consecuencia de la tala indiscriminada.

Tras varias horas de camino, llego a la comunidad La Ceiba, donde decenas de madres, la mayoría muy jóvenes e incluso alguna menor de 18 años, se arremolinan en el único lugar en el que hay un poco de sombra. Muchas tienen a sus hijos e hijas alimentándose de sus pechos mientras esperan el turno para que midan el peso y la talla de todos los menores de cinco años de esta comunidad. El objetivo es detectar casos de desnutrición aguda, que ya ha causado en lo que va de año la muerte de 44 niños de menos de esa edad en Guatemala, mientras que se han registrado 23.028 pacientes, según la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN).

Fuente : El País / Asier Vera Santamaría .

Cómo acabar con las llamadas comerciales no deseadas en el móvil

Dependiendo del sistema operativo que utilicemos existen herramientas y aplicaciones para filtrar las comunicaciones indiscriminadas en nuestros teléfonos

Un usuario atiende una llamada en su móvil.
Un usuario atiende una llamada en su móvil. UNSPLASH

“Buenos días, le llamo de…”. Las llamadas comerciales indiscriminadas en el móvil se han convertido para muchos usuarios en un serio incordio. Se trata de un recurso relativamente barato para las grandes corporaciones, que subcontratan a call-centers las llamadas “frías” (sin conocer al destinatario) para venderle un servicio determinado. Estos teleoperadores están preparados para ser persistentes y tratar de convencer a su interlocutor de cerrar un contrato que puede no necesitar. La pandemia ha provocado un efecto acordeón con este tipo de comunicaciones: en un primer lugar se redujeron, pero luego han repuntado.

España es el quinto país del mundo con más llamadas de estas características por usuario (18 de media al mes), según un estudio de la plataforma Truecaller. En EE UU, el segundo más afectado tras Brasil, el 94% de los usuarios asegura que no atiende el teléfono si no tiene claro quién está al otro lado. Pero en ocasiones actuar así supone perder llamadas valiosas y es entonces cuando la tecnología puede ayudarnos a filtrar mejor las comunicaciones no deseadas.

Un remedio que ya existía antes de la era digital ―aunque no todos los anunciantes lo respetan― consiste en apuntarse al servicio gratuito Lista Robinson. En ella, cualquier ciudadano puede manifestar su voluntad de no ser contactado con carácter comercial por ninguna empresa por teléfono, correo postal, correo electrónico o mensaje al móvil. Si una entidad desea enviar publicidad personalizada a un particular y este no le ha dado su consentimiento expreso, tiene la obligación legal de consultar primero la lista. Este sistema protege al ciudadano de las empresas con las que nunca haya tenido relación, en caso contrario habría que contactarlas directamente para pedir que cesen las llamadas.

Cuando las llamadas comerciales se convierten en un serio problema o el anunciante no respeta las leyes, toca adoptar otras medidas. La más drástica pasa por evitar atender a toda aquella llamada de la que no reconozcamos el número. Pero esta solución puede pagar un peaje muy caro, ya que no atenderemos la llamada de mensajeros, el ambulatorio o cualquier otro organismo que se quiera poner en contacto con nosotros de forma puntual. Sin embargo, hay opciones intermedias, que permiten un filtrado y que dependerán del sistema operativo de nuestro teléfono.

Soluciones para teléfonos Android

La plataforma móvil de Google, en aquellos teléfonos que usen el sistema operativo Android, es la que ofrece al usuario más herramientas en la lucha contra las llamadas indiscriminadas. La menos sofisticada consiste en silenciar y bloquear todos aquellos números de teléfono que hayamos identificado como spam. Los fabricantes tienen la opción de personalizar los menús, pero Google ha confeccionado una sencilla guía mediante la cual se puede bloquear un número en concreto o bien todos los desconocidos:

Para bloquear un número basta con abrir la aplicación Teléfono, acceder al historial de llamadas, seleccionar el número a bloquear y pulsar en Bloquear o Marcar como Spam. Alternativamente, podemos bloquear por defecto todos aquellos números que no estén en nuestra agenda de contactos, una medida muy radical, pero definitiva. Para ello debemos abrir la aplicación Teléfono, pulsar sobre el icono de tres puntos, seleccionar Ajustes/Números bloqueados y activar la opción Desconocidos.

Android ofrece además una potente herramienta mediante la cual el sistema alerta sobre las posibles llamadas indiscriminadas en el momento en que estas se producen. La operativa de esta herramienta es sencilla: se autoriza al sistema que envíe las llamadas entrantes a los servidores de Google, donde un algoritmo actualizado los coteja con la base de datos de potenciales spammers. De esta manera, el sistema alertará en el momento de mostrar el número entrante, sobre una posible llamada comercial. La opción está activada por defecto para todas las versiones de Android superiores a la 6.0.

Más avanzada es la solución que incorpora el asistente de Google en su gama de teléfonos Pixel: la opción Filtrar llamadas, que añade en la pantalla un botón para filtrarlas en el momento en que se reciben. Si se pulsa, será el Asistente de Google quien responda por nosotros a través de una locución y preguntará por el nombre y motivo de la comunicación. Al usuario le llegará después un mensaje con la transcripción de la respuesta. El asistente de Google hace las funciones también de secretario: el usuario puede ordenarle que pregunte a quien llama si es algo urgente, o avisar que se le devolverá la llamada más tarde, entre otras opciones.

La herramienta es avanzada, pero tiene margen de mejora. Según indica David Freire, editor de la publicación especializada Andro4all, “en el futuro este filtro de llamadas se hará de forma automática, pudiendo configurar que se active solo con los números que no estén en nuestra agenda”, esto es, sin necesidad de pulsar ni un botón. Para Freire, no cabe duda de que se trata de una solución “con la que conviviremos en los próximos dos años” y que pondrá en jaque a las empresas de telemarketing.

Soluciones para iPhone

Apple no ofrece un abanico de soluciones tan potente y variado como Android. Sin embargo, iOS ofrece desde su versión 13 una interesante opción: silenciar los números desconocidos por defecto y bloquear aquellos números que ya hayamos identificado como indiscriminados. Una vez activada esta herramienta del sistema, las llamadas que no estén en nuestra agenda de contactos no sonarán, y aparecerán como perdidas. Se trata de una solución a medias, porque no elimina el problema: simplemente lo silencia. Para activar esta función basta con ir a Ajustes/Teléfono y activar la opción “Silenciar números desconocidos”.

“Está muy bien que puedas silenciar los números desconocidos, pero no termina de cumplir su cometido al 100 %”, explica Fran Besora, experto en iOS del blog iSenacode, quien recuerda que Apple confía estas labores a las aplicaciones dedicadas a la gestión de llamadas disponibles en su tienda.

Aplicaciones para Android e iOS

El mantra “there’s an app for that” (hay una aplicación para eso), casi siempre se cumple, y esto también es aplicable a la gestión de las llamadas telefónicas indiscriminadas. Son muchas las alternativas existentes, pero destacan dos de ellas por el volumen de datos que gestionan: Hiya y Truecaller, ambas disponibles tanto para Android como para los iPhone. ¿Cómo funcionan? Básicamente, repiten el modelo que hemos expuesto anteriormente con la función de identificación automática: en cuanto llega al móvil, la llamada es cotejada en los servidores del servicio con la base de datos de emisores de comunicaciones comerciales indiscriminadas.

La principal ventaja de este tipo de aplicaciones reside en su ingente base de datos, permanentemente actualizada; su principal inconveniente a diferencia de las soluciones del sistema, es que suelen ser de pago si se quieren aprovechar todos sus servicios. También permiten que el propio usuario reporte una llamada como indiscriminada, de forma que el resto se beneficie de ello. Con todo, este tipo de aplicaciones tiene una ventaja adicional sobre todos los sistemas expuestos anteriormente: bloquean automáticamente las llamadas provenientes de spammers confirmados, de forma que ni nos enteremos cuándo tengan lugar.

Fuente : El País / José Mendiola Zuriarrain .

El tomate no es natural, es un tesoro creado por el ingenio humano

Las variedades actuales son una creación humana, fruto de una larga historia que abarca numerosas culturas y tradiciones agrícolas

Un conjunto de frutos que abarcan desde algunos silvestres a otros ya domesticados.
Un conjunto de frutos que abarcan desde algunos silvestres a otros ya domesticados. JOSÉ BLANCA.

“El tomate es un tesoro natural”. ¿Qué puede ser más natural que un buen tomate? Es cierto que es una joya culinaria, pero no se la debemos a la naturaleza, sino a una esforzada legión de agricultores y mejoradores que la han ido creando a lo largo de una larga y compleja historia, que abarca desde las primeras culturas agrícolas americanas hasta los mejoradores actuales. Es su trabajo el que ha ido acumulando esta riqueza diversa y viva. En la naturaleza no hay tomates grandes y jugosos, como tampoco hay trigo con el que hacer pan esponjoso ni maíz apetecible.

Podemos aventurar que el inicio de la historia del tomate cultivado se situó en la región que abarca el norte de Perú y el sur de Ecuador, concretamente en la franja comprendida entre la falda de los Andes y la selva amazónica. Esta zona, denominada Ceja de Montaña, coincide con la ocupada, entre 3.000 y 2.000 a. C., por la cultura agrícola Mayo-Chinchipe. Probablemente fue allí donde comenzó la domesticación del tomate.

Los seres vivos que habitan nuestras casas y nuestras granjas no se encuentran en la naturaleza; en los bosques no hay caniches, hay lobos, y en los antiguos valles no había maíz, había teosinte, una hierba prácticamente incomestible. Durante siglos, nuestros antepasados fueron seleccionando, de entre las plantas y animales silvestres, aquellos que preferían y así, poco a poco, fueron humanizándolos, fueron acercándolos al ámbito de lo humano. A este proceso se le denomina domesticación porque la palabra latina para casa es “domus”, de modo que domesticar sería acercar a la casa.

En la Ceja de Montaña se encuentra en la actualidad la mayor diversidad genética y agronómica de tomates cultivados del mundo, y es muy probable que esa diversidad sea un vestigio del largo proceso de domesticación que allí ocurrió. En agronomía la diversidad genética, además, es útil, es el material de partida con el que se construyen las nuevas variedades. Por eso, conservar esa diversidad es esencial para el futuro de la humanidad, de ella depende la creación de las variedades que nos permitirán afrontar los retos a los que nos enfrentemos tanto hoy como mañana.

La genética nos ha permitido conocer qué modificaciones genéticas seleccionaron los primeros agricultores. Una de las primeras fue la mutación “fas”; estos mutantes producen frutos más grandes y un tanto deformes. Los genes relacionados con la forma y el tamaño del fruto fueron algunos de los más afectados por la domesticación. Nuestro conocimiento actual de estos genes modificados es tal, que podemos recrear la domesticación, pero en vez de necesitar los miles de años que se requirieron originalmente, las técnicas modernas de ingeniería genética nos permiten pasar en unos pocos años y de un modo controlado desde una modesta planta silvestre a una variedad casi comercial, el equivalente de pasar de un lobo a un chihuahua.

Tras la llegada de los españoles a América hubo un gran intercambio de cultivos entre América y Eurasia. Del Viejo al Nuevo Mundo se llevaron, por ejemplo, arroz y trigo y de América a Europa se trajeron, entre otros cultivos: maíz, patatas, chocolate y tomate. Estas largas migraciones debieron de implicar una pérdida de diversidad y, además, no fueron las primeras, el tomate antes de ser domesticado ya había realizado un viaje de ida y vuelta, desde la costa ecuatoriana a las selvas mexicanas y desde allí, de vuelta, a Ecuador, aunque esta vez no a la costa, sino a la Ceja de Montaña.

A principios del siglo XVI, el tomate se exhibía ya en distintos jardines botánicos europeos, pero no debemos pensar que su adopción fue inmediata. En aquella época, las verduras tenían fama de ser insalubres y al tomate también se le colgó ese sambenito. Su cultivo quedó relegado a las clases más humildes de España e Italia. Las historias de los pobres no suelen recogerse en las crónicas oficiales con tanta diligencia como las de los ricos, pero sabemos que se consumía tomate porque, entre otras cosas, los autores teatrales del Siglo de Oro asumían que su público lo conocía. Por ejemplo, en el Entremés de la mariquita, de Agustín Moreto (1676), se lee:

Cómo no os queda nada? Ay un puchero,

con chorizo, con baca, y con carnero,

con tozino, que alegra los gaznates,

con su salsa picante de tomates,

ya picadas sus verengenitas,

con sus garvanzos, y sus verduritas,

y para que acabéis unos buñuelos.

En la actualidad el tomate es la hortícola más popular, la encontramos en numerosas salsas, ensaladas y sopas, pero en la mayor parte del planeta su consumo masivo es muy reciente; solo a partir de la segunda mitad del siglo XIX se hizo relevante.

Sin embargo, a pesar de su mala fama, que perduró durante siglos, y de la poca diversidad genética que llegó a atravesar el Atlántico, los agricultores españoles e italianos consiguieron generar una gran colección de nuevas variedades adaptadas a sus gustos y necesidades locales. Por ejemplo, en Italia se crearon muchas variedades de fruto pequeño y en Baleares, Cataluña y Valencia se popularizaron variedades mutantes en genes de maduración capaces de aguantar sin pudrirse durante meses y que todavía hoy se utilizan en algunos lugares para preparar el pan con tomate.

El trabajo de creación de nuevas variedades comenzó a profesionalizarse a finales del siglo XVIII cuando se fundaron las primeras casas de semillas. Estas empresas se encargaban de proveer de semillas de calidad contrastada y uniforme a sus clientes. Algo más tarde, en el XIX, estos profesionales empezaron a realizar cruzamientos sistemáticos para crear nuevas variedades. Un ejemplo de ellas es la variedad tradicional San Marzano, una de las fundamentales en la revolución conservera industrial italiana de finales del XIX. San Marzano, la variedad “oficial” de la pizza margarita, fue creada cruzando deliberadamente dos variedades previas Re Umberto y Fiaschetto.

El siglo XX comenzó con el redescubrimiento de las leyes mendelianas y los mejoradores comprendieron inmediatamente la relevancia de este conocimiento para su trabajo. A partir de ese momento se empezó a pensar en las variedades como en conjuntos de genes, casi como en mosaicos construidos con piezas de Lego. Esto permitió plantear programas de mejora en los que se sustituían de forma deliberada algunas de estas piezas. Desde entonces, la mejora ha seguido perfeccionando sus herramientas poco a poco, haciéndolas cada vez más precisas. Somos los herederos de una tradición de modificación genética que comenzó con los primeros agricultores y que pasó por esas incipientes casas de semillas del XVIII, pero ahora podemos mover genes de unos individuos a otros de un modo más controlado y preciso que nuestros predecesores, y no, no estamos hablando solo de transgénicos, sino, por ejemplo, de incorporación de especies silvestres en los programas de mejora, marcadores moleculares, cultivos de tejidos o tecnologías de secuenciación o genotipado masivo. Como ya hemos comentado, con estas herramientas modernas podemos incluso recrear el proceso de domesticación a una velocidad y con una precisión miles de veces mayor que la de nuestros colegas de hace miles de años. Un resultado práctico de esta mejora de la mejora es su contribución al aumento de alimentos y, por lo tanto, a la reducción del hambre. A pesar de que, desde los años sesenta, la superficie utilizada para producir cereales se ha mantenido constante, las producciones se han doblado. Esto ha permitido que el hambre se haya reducido aunque la población mundial se haya multiplicado por uno y medio. El esfuerzo invertido en la generación de variedades cada vez más productivas y eficientes es contínuo.

Suele acusarse a la industria de haber acabado con el sabor del mítico tomate tradicional, pero esta pérdida de sabor es debida, sobre todo, a la exigencia del consumidor de disponer de tomates baratos durante todo el año. El tomate siempre fue un cultivo de temporada y disponer de él fuera de la misma exigió cultivos forzados, postcosechas más dilatadas y largos transportes. Todo esto no es nuevo, hace más de cien años, a principios del siglo XX, los mejoradores y los consumidores ya se quejaban de la falta de sabor, ya eran plenamente conscientes del problema; lo nuevo es que los mejoradores actuales están consiguiendo vencer estos obstáculos llegando a conseguir tomates asequibles con cada vez mejor sabor incluso fuera de temporada.

Los tomates actuales son una creación humana, fruto de una larga historia que abarca numerosas culturas y tradiciones agrícolas, y gracias a ella se ha ido ganando una floreciente diversidad agrícola alimentada por la diversidad cultural de las gentes que los han apreciado, cultivado y consumido. Creamos nuestros tomates humanizándolos y esta no es la excepción, sino la regla. Todos los cultivos se domesticaron, se transfirieron desde unas regiones a otras y se modificaron para adaptarlos a nuestra alimentación y a nuestras diferentes culturas. Su historia es nuestra historia y esto no es de extrañar puesto que son nuestra creación, los hemos cambiado y nos han cambiado. Al preparar una ensalada o saborear un salmorejo estamos siendo partícipes de esta larga historia compartida.

Por desgracia, esta es una historia muchas veces olvidada y quien olvida sus raíces no solo pierde una parte importante de su identidad, sino que se arriesga a tomar decisiones equivocadas sobre cómo afrontar su futuro. La profesión del mejorador, en la actualidad, a pesar de su relevancia pocas veces aparece en los medios de comunicación, permanece invisible. Aún es más, cuando se ha hablado sobre la creación de nuevas variedades ha sido, principalmente, en largos debates absurdos que han tenido como resultado prohibir el uso de algunas de las nuevas herramientas que podrían haberse añadido a los talleres de los mejoradores. No es de extrañar que algunos de estos profesionales nos hayan comentado que prefieren que la sociedad siga ignorándolos. Pero nosotros creemos que no solo es justo reconocer su labor, sino que es vital para nuestro futuro apoyarles para que podamos seguir construyendo un mundo en el que tenemos que alimentar a casi 8.000 millones de personas en medio de un cambio climático al que hay que añadir una acusada escasez de tierras cultivables de buena calidad. La historia está muy lejos de haberse acabado y la elección de enfrentarnos a estos problemas utilizando las mejores herramientas disponibles o atándonos una mano a la espalda es nuestra.

José Blanca Joaquín Cañizares son profesores de genética en la Universidad Politécnica de Valencia.

Fuente : El País / José Blanca y Joaquín Cañizares .