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El gol del seminarista

‘Babelia’ propone a los fotógrafos que escojan una imagen de la que guardan un recuerdo especial. Ramón Masats, que acaba de inaugurar una retrospectiva en Tabacalera (Madrid), selecciona ‘Seminario’, la instantánea más icónica de su larga trayectoria

La pintura retrata las heridas de la brecha de género

Un estudio reciente, que ha analizado 113.000 transacciones de 725 casas de pujas, revela que no hay ninguna pintora entre los 50 artistas que más vendieron en subasta el año pasado.

Joan Mitchell, en su estudio en París en septiembre de 1956. Loomis Dean The LIFE Picture Collection/Getty Images.

La mujer ha pasado a través de la historia del mercado del arte con la irrelevancia de un copo de nieve en una avalancha. En nuestros días, poco ha cambiado. Un reciente trabajo del economista Roman Kräussl, para la publicación alemana Manager Magazin, revela que la expresión artística con mayor éxito comercial es un club privado de hombres. No hay ninguna pintora entre los 50 artistas que más vendieron el año pasado en subasta. Ha pasado el cedazo por 113.000 transacciones y 725 casas de pujas. Nada. Solo, al fondo, el eco hiriente de aquellas declaraciones que en 2013 lanzó en el semanario Der Spiegel el artista George Baselitz: “Las mujeres no pintan muy bien. Es un hecho. Hay, desde luego, excepciones. Agnes Martin o en el pasado Paula Modersohn-Becker. Me encanta ver alguna tela suya. Pero no es Picasso, no es Modigliani ni es Gauguin”. 

Esa provocación es el retrato de una injusticia avalada por los números. El informe de Roman Kräussl, profesor en la Escuela de Finanzas de Luxemburgo, sitúa en los tres primeros puestos por ventas el año pasado a Leonardo da Vinci (450 millones de dólares por su célebre Salvator Mundi), Pablo Picasso (415 millones) y Jean-Michel Basquiat (335 millones). Los tres artistas fallecidos, los tres representantes del canon occidental. La primera pintora que aparece (en el puesto 51º) es la expresionista abstracta estadounidense Joan Mitchell (1925-1992), con 30 millones. Solo hay otra más dentro de los cien primeros. Ese espacio (62º) lo ocupa Agnes Martin (1912-2004). La creadora minimalista británica vendió piezas por 27 millones. “Las mujeres están ausentes del segmento superior del mercado, que atrae a más del 80% del dinero que se invierte”, matiza Roman Kräussl.

Un cambio en marcha

El arte, diríase, refleja la misma discriminación sistemática hacia las mujeres que otros mundos. De ahí que también ganen menos. Kräussl analizó 1,5 millones de ventas en subasta de 66.442 artistas entre 1970 y 2013 y halló que el precio medio por transacción era de 48.212 dólares (39.800 euros) para los hombres y de 25.262 (20.900 euros) en las mujeres. “Esta brecha solo la pueden cambiar los coleccionistas. Las cuotas, por ejemplo, son inútiles y contraproducentes. Únicamente cuando los coleccionistas compren prioritariamente obras de mujeres en galerías y ferias de arte las cosas serán distintas”, observa el economista. Es difícil establecer esa discriminación positiva. Porque una colección es un relato y cada institución y cada coleccionista construye el suyo. “El mercado debe decir, de lo contrario siempre se sentirán en segunda división, que no ganaron ese espacio por su calidad artística sino por los cupos”, sostiene Kräussl.

‘The Turkish Schoolgirls’ (1987), obra de Marlene Dumas.

Pero el problema resulta más complejo. El mercado e infinidad de instituciones (Tate, Reina Sofía, MoMA) han recuperado el relato y la cotización de pintoras como Carmen Herrera, Irma Blank, Etel Adnan o María Lassnig. Un esfuerzo que aún se percibe igual de lento que el caminar de los bueyes sobre la nieve. “La brecha de género es real; sin embargo, el cambio, aunque vaya despacio, está en marcha”, defiende Tanya Barson, conservadora jefe del Macba. ¿Es así? En Nueva York, la artista Marilyn Minter (Estados Unidos, 1948), una respetada voz liberal y feminista, trabaja en varios de sus solicitados esmaltes sobre metal. Imágenes que reivindican la sexualidad de una mujer poderosa. Maneja precios elevados (una pintura de dos metros supera los 210.000 euros) y decenas de coleccionistas aguardan turno por sus cuadros. “La fractura está ahí porque existe un gran sistema de apoyo para los artistas masculinos, especialmente de mi grupo de edad”, critica. “Solo me importa hacer lo que quiero, me da igual el dinero. El mundo está cambiando rápidamente y las mujeres, con sus ingresos propios, modificarán el juego al coleccionar artistas de su mismo sexo”.

Ese es uno de todos los futuros posibles. El presente asoma más confuso y fragmentado. Por un lado, están llegando mujeres a la dirección de centros de prestigio, como los museos Tate (María Balshaw), Tate Modern (Frances Morris) o el parisino museo d’Orsay (Laurence des Cars). Pero, a la vez, la geografía levanta sobre el mapa del mundo una frontera inesperada. En Brasil, recuerda Gabriel Pérez Barreiro, director de la 33ª Bienal de São Paulo, los artistas más valorados y reconocidos son casi todas mujeres. Anita Malfatti, Tarsila do Amaral, María Martins, Lygia Clark, Lygia Pape, Beatriz Milhazes, Adriana Varejão. “Y esto no es un fenómeno nuevo sino que ha sido así desde el inicio del siglo XX. Esto me hace preguntar si ¿no serían más machistas las instituciones europeas y norteamericanas que ahora se jactan de haber descubierto el feminismo?”

El jueves pasado, João Fernandes, subdirector de Museo Reina Sofía, repasaba las salas de la emocionante exposición que le ha dedicado a Pessoa. Reconoce que cuando imagina una muestra acuden, primero, más nombres de artistas masculinos. “Por eso tenemos que sospechar de nosotros mismos y luchar contra las intuiciones inmediatas. Cuando llegué de la Fundación Serralves (Portugal) sabía que entraba en el museo del Guernica pero no en el de [la artista] Ángeles Santos”. Y añade: “Las instituciones son parte de una sociedad estructuralmente machista y esto se revela en datos como la venta de pintoras en subasta”.

Pero en ese club de la inequidad, donde las dos pintoras vivas más solicitadas el año pasado fueron Marlene Dumas (vendió obras por valor de 17 millones de dólares) y Cecily
Brown
(15 millones), quizá el auténtico éxito sea “fracasar”. “Una de las bases del feminismo es replantear las estructuras de poder, por eso quizá no le interese formar parte de cierto tipo de rankings”, ahonda Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía. “Si es así, me parece interesante que no sean las más vendidas. No se trata de estar en el top 10 sino de cuestionarlo”. Pintar de otra manera.

 

Fuente : EL PAÍS / MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VEGA .

 

 

 

 

Sorolla, un impresionista en 20 centímetros

El museo del pintor en Madrid exhibe 240 pequeños bocetos realizados al aire libre por el paisajista valenciano: veloces, espontáneos y de una técnica radical

Joaquín Sorolla vivió la pintura en la urgencia, con la esperanza de ser tan rápido como la luz (para no dejar escapar el instante). ¿Cómo lograr un gesto tan espontáneo como la espontaneidad, cómo hacer para no olvidar esa impresión? Libretas. Además de sus miles de apuntes dibujados, Sorolla realizó cerca de 2.000 pinturas al óleo en muy pequeño formato. Muchas no alcanzan ni los 20 centímetros. Son “manchas” con las que detuvo el tiempo, como impactos caprichosos que prosperan entre la deliberación y el azar. En ellos, el pintor anota y avanza, lo importante no es entender: son la esencia más impresionista de Sorolla, uno de los paisajistas más importantes de la historia de la pintura.

“Muchas las pintó para sí mismo, para satisfacer su propio placer de pintar; otras fueron ensayos y esbozos de obras que estaba pensando hacer, y que hizo o no, y, de entre todas, un buen número fueron regalos para su familia y amigos más cercanos. Fueron apreciadas y conservadas en su taller, donde cubrían sus paredes, y un buen número fueron expuestas y vendidas por el artista en sus grandes exposiciones internacionales”, explica María López Fernández en el catálogo de la exposición Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato,dedicada a los bocetos del pintor valenciano, que estará  hasta el 29 de septiembre en el Museo Sorolla de Madrid.

Son impresiones rápidas y directas, que conforman, a menudo, ejercicios radicales de abstracción

López Fernández, Blanca Pons-Sorolla y Consuelo Luca de Tena son las comisarías de la muestra, que reúne 240 de estas piezas, que representan asuntos con los que el pintor se encontraba como escenas cotidianas de su familia, motivos de un paisaje (cantábrico o mediterráneo), un pedazo de playa, unas olas que rompen. Impresiones rápidas y directas, que conforman, a menudo, ejercicios radicales de abstracción, que dan lugar a partituras encriptadas, escritas a golpes veloces de pincel. Estas telas pequeñas son el laboratorio donde ensayará sus fórmulas para practicarlas en los grandes lienzos de sus playas.

La brisa marina

En estos apuntes la imagen siempre va por delante del pensamiento y Sorolla, abierto a lo inesperado, se entrega a la sorpresa y atrapa lo que suceda. “Encierran en pocos centímetros cuadrados toda la brisa marina, toda la magia huidiza del Mediterráneo, con un brío, con una ciencia, con un ardor, con una flexibilidad y un virtuosismo en los valores que maravillaban la vista y el espíritu”, escribió el crítico francés Camille Mauclair, en 1906.

Pero encierran mucho más que la habilidad. Estas impresiones veloces son la parte más íntima de Sorolla, un cuaderno de vivencias al aire libre, abierto a los lugares con los que se cruza en su camino hacia ninguna parte. Son anotaciones valientes y arriesgadas, ejercicios sin pretensiones de agradar, pura esencia de talento en acción. Como explica López Fernández los realiza en sesiones fortísimas, “de menos de una hora”, sin vacilaciones ni arrepentimientos. “Son un alarde de rapidez”, añade la comisaria.

Sorolla —como Monet, Manet, Degas o Sargent— no quiere dejar nada al azar cuando se lo encuentre a la cara. El creador de lo fugaz necesita ensayar sobre el instante, para convertirse en maestro de lo espontáneo. “Hay que pintar deprisa, porque ¡cuánto se pierde, fugaz, que no vuelve a encontrarse!”, escribe Sorolla. También por carta a su mujer Clotilde: “Tengo hambre de pintar”. Ramiro de Maeztu decía de él que debía tener la avaricia de querer pintarlo todo. Y cuando le sobraba espacio, apuntaba el menú que acababa de comer. Se conservan algunos apuntes de Sorolla en los que compartía ese momento con amigos íntimos, a los que solía regalar buena parte de sus notas. Estos lienzos pequeños son sus pruebas fotográficas, pero también un fin en sí mismo, que el mercado empezó a desear porque lo quiere todo de las estrellas.

Así es como el pequeño formato cobra a finales del siglo XIX más importancia que nunca en las compraventas internacionales, donde Sorolla tiene un papel relevante, pues “pierde su carácter de obra preparatoria para adquirir la connotación de obra personal, realizada para sí mismos”. Esto le otorga el valor de talismán que encierra el genio del artista. Esa fiebre creativa dio para cubrir las paredes de su estudio en el número 3 del madrileño pasaje de la Alhambra. En una foto que se conserva de 1897 la pared está completamente cubierta de apuntes. Hasta arriba. La luz, dijeron los que pasaron por allí, resbalaba sobre los millares de tablitas que tapizaban y encantaban las paredes de aquel delicioso retiro.

La exposición está llamada a ser el mayor hito organizado en un museo estatal este año. En ella queda clara la principal reivindicación de López Fernández, quien prefiere no considerar estas notas de color como “estudios preparatorios”. “Porque constituyen la esencia de la mirada del pintor hacia su pintura”, apunta en el catálogo. Su mirada y su obsesiva actitud creadora, como escribía Sorolla: “Mis estudios al aire libre no admiten una ejecución larga. Siento que si tuviera que pintar despacio no podría pintar nada en absoluto”.

CAJA DE APUNTES

Las fotos retratan a Joaquín Sorolla pintando a lo grande, al aire libre, pero también con su caja de apuntes. Era su muletilla preferida en sus paseos. Estas cajas se manufacturan desde 1860. La parte inferior les sirve de paleta y contenedor de colores. La superior servía para sujetar la tableta a pintar. En el anverso, la caja tenía una correa de cuero para meter los dedos y sujetarla.

El Museo Sorolla de Madrid conserva varias cajas de apuntes, con las que el pintor practicó a diario la inmediatez y la espontaneidad. De ahí nace el brío incomparable de sus ejecuciones, a pesar de la diferencia entre estos abocetamientos y la precisión descriptiva de la pintura final.

FUENTE: DIARIO EL PAÍS. PEIO H. RIAÑO

Los cuadros más caros de la historia

‘Salvator Mundi’, de Leonardo da Vinci, lidera una lista con obras de Picasso, De Kooning o Gauguin

1. Salvator Mundi’, de Leonardo da Vinci. Vendido en 2017, en subasta, por 382,1 millones de euros.

Handout Reuters

2. ‘Interchange’, de Kooning, vendido en 2016 por unos 255 millones de euros, a través de una compra privada.

Instituto de Arte de Chicago

3. La familia real de Catar adquirió ‘Jugadores de cartas’, de Paul Cézanne, en 2012, por 191 millones de euros, a través de una operación privada.

4. Nafea Faa Ipoipo (¿Cuándo te casarás?)’ fue vendida en 2014 a un emir de Catar. El precio que se hizo público, 264 millones de euros, la convirtió entonces en la obra más cara de la historia. Sin embargo, un juicio reveló este año que la cantidad desembolsada fue menor: 178 millones.

Samuel Sánchez

5. Las mujeres de Argel’, de Pablo Picasso, mantenía hasta ahora el récord en una subasta: 160,9 millones de euros, pagados en 2015.

AP

6. La obra ‘Nu Couché’ (Desnudo acostado), del italiano Amedeo Modigliani, fue subastada en Christie’s en 2015 por 158 millones de euros.

Fuente : EL PAÍS / Madrid / CET.

 

 

El asesino de Caravaggio era un estafilococo

El pintor italiano murió por una infección, según el estudio de un centro de investigación francés.

Los manuales de Historia deberán reescribir las últimas frases de la biografía del gran pintor barroco Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio (1571-1610). Un nuevo estudio llevado a cabo por un prestigioso centro hospitalario y universitario, el Instituto IHU Méditerranée Infection de Marsella, conducido por siete científicos franceses e italianos y publicado esta semana por la revista Lancet Infectious, demuestra que el pintor italiano no murió de sífilis, como se creyó durante cuatro siglos, sino por una infección que contrajo durante una pelea en la que resultó herido con una espada. Conocido por tener un temperamento fogoso que le costó varios exilios en su vida, el pintor moriría en una pequeña localidad de la Toscana solo unos días después, a los 39 años.

El secreto se escondía en su dentadura. El equipo que lideró la investigación examinó la pulpa de sus muelas, caninos e incisivos, donde abundan los vasos sanguíneos, para descubrir la causa real de su fallecimiento. “Eso permitió detectar los microbios que contenía el organismo del pintor en el momento de su muerte”, explicó ayer uno de los autores del estudio, Michel Drancourt, profesor de microbiología médica. A partir de esa muestra extraída de sus dientes se examinó, en primer lugar, la presencia de sífilis, paludismo o brucelosis, algunas de las suposiciones más habituales sobre la muerte del pintor. “Pero todos los exámenes dieron negativo. Fue al utilizar métodos más amplios de análisis del ADN cuando empezamos a obtener las pistas que nos han llevado hacia esta conclusión”, añade Didier Raoult, director de este instituto marsellés especializado en la llamada paleomicrobiología. “Utilizamos técnicas propias de la policía científica para resolver misterios del pasado”, resume. En este caso, el asesino era un estafilococo dorado.

Antes de proceder al análisis, hubo que dar con el esqueleto de Michelangelo Merisi da Caravaggio. Un equipo dirigido por el microbiólogo italiano Giuseppe Cornaglia logró localizarlo en un cementerio de Porto Ercole, la localidad de la Toscana en la que murió tras huir de Nápoles. Ese equipo hizo una criba de los restos mortales encontrados, seleccionando solo los esqueletos correspondientes a un varón de 1,65 metros de altura y entre 35 y 40 años de edad en el momento de su defunción. Se encontraron nueve en total, pero solo uno de ellos databa del siglo XVII, según la prueba del carbono 14. “Una comparación genética con los habitantes de Porto Ercole que llevan el mismo apellido que Caravaggio [Merisi o Merisio] permitió confirmar que se trataba, con altísimas probabilidades, del esqueleto del pintor”, suscribe Drancourt.

El análisis de cuerpos de otros siglos no es solo anecdótico, sino que permite entender mejor las epidemias del presente. “Observar lo que sucedió en el pasado nos puede ayudar a combatir lo que sucede hoy en lugares como Madagascar”, señala Drancourt, en referencia al reciente brote de peste bubónica y neumónica en la isla africana. “En realidad, no tenemos un gusto específico por los personajes históricos. El 98% de los estudios se hacen con los cuerpos de personas anónimas”, afirma el experto.

La nueva hipótesis sobre la muerte del artista no entusiasma en exceso a Pierre Curie, gran especialista en la pintura italiana del siglo XVII y conservador del Museo Jacquemart-André de París, que este jueves inaugurará una muestra que reúne diez obras de Caravaggio, procedentes de los mayores museos italianos. “Es fruto de un fetichismo que no aporta demasiado ni a la gloria del artista ni a la historia del arte. Me parece malsano ponerse a buscar esqueletos en cementerios”, ha señalado Curie, partidario de dejar a los cadáveres tranquilos, aunque no cree que las investigaciones sobre el pintor desaparezcan. “Habrá otras en el futuro, porque no sabemos gran cosa sobre su vida. Caravaggio es un personaje que se nos escapa. Y tal vez sea mejor así, porque eso nos permite proyectar lo que queramos en la obra de este gran pintor”. Su leyenda tiene, desde este miércoles, un final distinto.

FUENTE: EL PAÍS / ALEX VICENTE.

Delacroix al completo en el Louvre

El museo parisiense refleja la totalidad de la trayectoria del pintor en la primera exposición que le dedica en medio siglo y reivindica su producción tardía.

En el panel que da la bienvenida a la gran muestra que el Museo del Louvre dedica a Eugène Delacroix, aparece una pregunta que pone en duda su propia necesidad. ¿Qué queda por decir de uno de los artistas más aclamados de los últimos siglos, cuyos lienzos figuran entre los más visitados en esta misma pinacoteca, y cuya influencia parece extenderse de Monet a Van Gogh y de Cézanne a Picasso? El director del departamento de pintura del Louvre, Sébastien Allard, da una posible respuesta al inicio del recorrido. “En realidad, a Delacroix lo conocemos de manera fragmentaria. Pasada la primera década de su carrera, cuando realizó los cuadros que le confirieron la gloria, su obra sigue siendo desconocida e incomprendida. Faltaba un relato que diera unidad al conjunto de su producción”, apunta Allard, comisario de una exposición que podrá verse en París hasta el 23 de julio. Es la primera vez que el Louvre le dedica una monográfica desde 1963. En otoño, la muestra viajará al Metropolitan de Nueva York, aunque en versión reducida: solo algo más de la mitad de las 200 obras presentadas en la capital francesa cambiarán de orilla.

La segunda sala de la muestra concentra, en pocos metros cuadrados, todos los cuadros que convirtieron a Delacroix en un artista famoso. Por ejemplo, gigantescos formatos como La barca de Dante, La matanza de Quíos y, en especial, La libertad guiando al pueblo, fresco sobre la Revolución de 1830 que pintó solo unos meses después de que se produjeran los hechos, vinculando la actualidad política a la pintura histórica. Los tres cuadros fueron comprados por el Estado, sediento de nuevos talentos tras el final del Imperio napoleónico. “Durante los primeros años de la Restauración, de manera paradójica, se tomaron más riesgos que bajo el Imperio. Los museos franceses se quedaron sin los cuadros expropiados durante las campañas del ejército. Y ese hueco se llenó con el arte contemporáneo”, explica Allard.

Delacroix se impone entonces como jefe de filas de la nueva pintura francesa, puesto vacante tras la muerte prematura de Géricault y el exilio de Jacques-Louis David. En cada Salón oficial, el joven pintor divide a la crítica. En algunos casos, se escandaliza, como con el suicidio orgiástico de La muerte de Sardanápolo y sus enfáticas descripciones de objetos, telas, alhajas y cuerpos mestizos. El pintor Gros llegará a denunciar “la masacre de la pintura” que encierran sus colores carnales y exuberantes claroscuros. En cambio, el crítico Baudelaire, su mayor admirador, lo tildará de “excelente dibujante, prodigioso colorista y compositor ardiente”, capaz de producir “una mezcla admirable de solidez filosófica, ligereza espiritual y entusiasmo ardiente”. Delacroix se convierte en una estrella. “La estrategia de la provocación funciona. En ese sentido, es un pintor muy moderno: entiende que es la opinión pública la que determina la reputación de un artista”, apunta Allard. Provocador y dandi, Delacroix encarna al pintor romántico por excelencia. “Si entendemos por romanticismo la libre manifestación de las impresiones personales y la repugnancia por las recetas académicas, entonces debo confesar que no solo soy romántico, sino que ya lo era a los 15 años”, dejará dicho.

Lo más interesante empieza a media exposición, especialmente centrada en la segunda mitad de su trayectoria, todavía mal conocida. En el apogeo de su gloria, Delacroix hace borrón y cuenta nueva. Se pone a pintar composiciones florales tan tétricas que no encontraron comprador —y a las que incluso Baudelaire tildó de “cuadros de comedor”—, duelos ecuestres que parecen traducir sus tumultos interiores, pinturas religiosas repletas de figuras patéticas y cuadros a medio camino entre la realidad histórica y la ficción de la literatura más culta, denostados por el público de su tiempo. Elevado a la categoría de genio mucho antes de morir, Delacroix se pasó el resto de su vida haciendo lo contrario de lo que se esperaba de él. “El único gran pintor con un recorrido similar sería Picasso”, opina Allard. “Delacroix adopta la vía experimental y reafirma su singularidad y su originalidad, confiando en la fuerza expresiva de su pintura”. El propio pintor lo resumiría diciendo que su misión consistía en enfrentarse a “la infernal comodidad que proporciona la brocha”.

“La fría exactitud no es arte”

En su etapa madura, el artista desdeñó la nueva moda surgida de la mano de una nueva generación de pintores realistas, a los que encabezó Courbet, a quien Delacrroix llegó a acusar de crear obras “vulgares e inútiles”. De Millet tampoco tuvo mejor opinión: “Forma parte de esa pléyade de artistas barbudos que participaron en la Revolución de 1848, creyendo que habría una igualdad de talento igual que existe una igualdad de fortunas”. Para Delacroix, copiar la realidad no servía estrictamente de nada. “Todo el mundo visible es solo un almacén de imágenes y signos a los que la imaginación concede un lugar y un valor relativos. Es una especie de alimento que uno debe digerir y luego transformar”, reza otra de las frases de su diario. “La fría exactitud no es arte. El ingenioso artificio es el arte en su conjunto”.

FUENTE: DIARIO EL PAÍS / ALEX VICENTE .

18 ciudades como (casi) nunca las habías visto

Fotógrafos de todo el mundo cuentan como captaron con drones imágenes insólitas y con los ángulos más complejos en entornos urbanos

 

 

 

 

     1. Cristo Redentor de Río de Janeiro 

Alexandre Salem, brasileño de 32 años, realizó esta fotografía en 2015. «Por esas fechas los drones no eran tan populares como ahora. Solía trabajar en un banco de inversión, pero decidí iniciar mi propio negocio, What a View!, dedicado a la imagen aérea», explica. Utilizó un dron DJI Phantom 2 y una GoPro Hero 4 para tomar esta espectacular instantánea publicada, como las siguientes, en la red social Dronestagram. La cámara disparó sobre la cabeza del Cristo Redentor, una estatua de 30 metros que abre sus brazos a Río de Janeiro desde el Cerro del Corcovado. La empresa china DJI es la más importante del mundo en fabricación de drones para uso civil. Fundada hace sólo diez años, se ha hecho con cerca del 70% del mercado mundial en este sector.

Alexandre Salem

2 . Catedral de Toledo desde el aire

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Martín Sánchez (New Jersey, EE UU), comenzó a experimentar con la fotografía aérea a finales de 2015. Ahorró lo suficiente para comprarse un DJI Mavic F220 y ahora no puede viajar sin él. «Mientras recorría España dediqué unos días para conocer Toledo, pues me habían asegurado que era una parada imprescindible. Cuando visité la catedral quise apreciar como se veía su forma de cruz en medio de toda esa arquitectura tan característica, así que utilicé mi dron», afirma. La imagen muestra, desde el aire, esta obra magna de la arquitectura gótica en el corazón de una de las ciudades con más historia de España.

Martín Sánchez

 

 

 

 

 

 

3. Atlantic City 

«Conduciendo a Atlantic City para un celebrar el cumpleaños de un amigo decidí pararme para capturar esta imagen. Cuando vi la fotografía me sorprendió muchísimo, nunca había pensado en la complejidad y belleza de estas carreteras», declara Martin Sánchez. Un fascinante juego de luces que es el mejor ejemplo de lo que representa Atlantic City, conocida como Las Vegas de la Costa Este.

Martin Sánchez

          4. La jungla de Hong Kong

Christian Liechti es un fotógrafo profesional suizo muy activo en la red social de Dronestagram. En esta imagen muestra el centro neurálgico de Hong Kong, región administrativa de China y una de las áreas financieras más importantes del mundo. «Para tomar esta instantánea hipnotizante tuve que elevar mi dron DJI Phantom 4 hasta los 500 metros de altura», cuenta.

Christian Liechti

5. El emblema de Sidney

En esta ocasión, Christian Liecthi viajó a Australia para asistir a un festival de aviones no tripulados. «El clima era perfecto, sin viento, así que levanté mi DJI Mavic Pro para captar el emblema de Sidney: la Ópera. Fue uno de los pocos disparos que pude realizar, pues una persona de seguridad me llamó la atención y me comentó que no se podían utilizar drones en esa zona», explica. Este edificio, icono de la ciudad australiana, y que reina sobre su bahía, fue diseñado por el arquitecto danés Jørn Utzon en 1957 e inaugurado en 1973.

Christian Liechti

6. La pequeña y auténtica Hoi An (Vietnam) 

«Hoi An es mi ciudad favorita de Vietnam y pensé que sería muy interesante verla desde arriba. No estaba seguro de si iba a obtener un buen disparo, pues ya era tarde y el sol estaba a punto de ponerse. Sin embargo, los típicos farolillos de colores que iluminan las vías principales ya estaban encendidos y conseguí captar una cálida imagen de este maravilloso lugar», dice Christian Liechti. Su arquitectura, de influencias china, japonesa y francesa, y sus calles repletas de tiendas artesanales y sastrerías, le han convertido en el punto neurálgico del turismo en este país.

Christian Liechti

7. Vistas de Zurich desde San Pedro

San Pedro es la iglesia más antigua de Zurich. Se encuentra en una pequeña plaza rodeada de casas y tiendas, pero su impresionante torre domina las vistas de esta ciudad suiza. Christian Liechti elevó su dron DJI Mavic Pro en vertical a este edificio para fotografiar, desde la esfera del reloj más grande de las iglesias en Europa, la parte más bella de la metrópoli suiza.

Christian Liechti

8. Las Petronas a vista de pájaro

«He vivido en Kuala Lumpur (Malasia) toda mi vida. Cuando paseaba cerca de las hermosas Torres Gemelas Petronas me preguntaba cómo deben verse desde la perspectiva de un pájaro. Por ello tomé esta fotografía», dice el fotógrafo Erik Fearn. No fue fácil, pues tuvo que hackear su dron DJI Phantom 2 para volar a una altitud de 500 metros e incorporar una GoPro con ojo de pez. El resultado muestra una ciudad moderna, cosmopolita y repleta de rascacielos en donde las Petronas se erigen como la construcción más imponente (452 metros de altura y 88 pisos cada una).

Erik Fearn

9. Petare: favelas en Caracas

Vector Dragonfly es una empresa dedicada a la fotografía aérea y vídeos turísticos. Sin embargo, decidieron también fotografiar con un DJI Phantom 3 una de las zonas más peligrosas de todo América Latina: Petare, en Caracas (Venezuela) con más de 30 asesinatos semanales. Las chabolas, allí llamadas ranchitos, están fabricadas con ladrillos defectuosos, techos de chapa y sin ventanas. Además, como se puede apreciar en la imagen se construyen unas sobre otras. Debido a esto es complicado saber con exactitud la población de Petare que, según los últimos datos, se podría acercar al millón de habitantes.

Vector Dragonfly

10. Český Krumlov, la joya de Bohemia

Martin Kunzendorfer no se dedica a la fotografía profesional; es conductor de autobuses turísticos en la República Checa. «Český Krumlov es el destino favorito de los turistas», asegura. «Un día pensé que quería ver esta maravillosa ciudad a vista de pájaro. Esa fue una de las razones que me hizo comprar un dron DJI Phantom 3 y realizar esta fotografía», añade. Desde las alturas se entiende por qué Český Krumlov es una visita imprescindible del sur de Bohemia. Su casco histórico, un entramado de callejuelas medievales rodeadas por un meandro del río Moldava, es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1992.

Martin Kunzendorfer

11. El duro invierno de Öregrund (Suecia)

En esta particular foto se aprecia la torre del reloj de la iglesia de Öregrund (Suecia), con vistas al mar Báltico y la isla cercana de Gräsö. Max Marcus utilizó un dron Mikrokopter Hexa con una cámara Sony Nex-5R incorporada para sobrevolar la pequeña población de 1.500 habitantes e inmortalizar la ausencia de actividad que hay en invierno. «En los meses de verano parece otra. Sus calles se llenan de gente y de vida», asegura.

Max Marcus

12. El parque más famoso de Montreal

El parque Mont Royal es el sitio más emblemático de Montreal (Canadá) y donde muchas familias disfrutan del invierno. «Es un lugar ideal para practicar el patinaje y divertirse con la nieve», asegura Denis Carl-Robidoux, quién realizó esta instantánea con un DJI Phantom 2 «intentando no sobrevolar a la gente por seguridad».

Denis Carl-Robidoux

 

 

 

 

 

 

 

13 La ciudad más poblada de China: Shanghai

A Álex Sánchez, natural de Cabrils (Barcelona), le surgió la posibilidad de trabajar en Shanghai, caótica ciudad de China con más de 20 millones de habitantes. «Vivíamos justo en frente de los rascacielos. Un día decidí hacer un ascenso vertical desde el jardín de casa con mi DJI Phantom y una cámara GoPro incorporada para hacer varias fotografías, entre ellas esta», cuenta. «En la actualidad las leyes, basadas en el desconocimiento, son mucho más restrictivas y hacen difícil volar estos aviones no tripulados», añade.

Álex Sánchez

 

 

 

 

 

 

14 Noche de Montevideo

«Esa noche estaba nublado y con niebla, era un momento ideal para capturar el encanto de las luces de la ciudad desde el aire. Sólo se necesitaba altura y larga exposición. Las calles encendidas aparecieron a través de la densa neblina», declara Andrés del Castillo, arquitecto uruguayo, quien tomó esta increíble imagen de Montevideo, capital de Uruguay con más de un millón de habitantes.

Andrés del Castillo

 

 

 

 

 

 

 

15 La perfecta imperfección de la Torre de Pisa

Radim Kolibik es un fotógrafo checo apasionado de Italia que, en mayo de 2014, decidió organizar un viaje para profesionales del sector llamado La belleza de la Toscana. «No podíamos dejar sin inmortalizar la ciudad de Pisa. El 1 de mayo a las 7:00 de la mañana salimos a tomar fotos de su famosa torre y yo utilicé mi dron DJI Phantom y una GoPro Hero 3 incorporada. Después de solo dos minutos sentí un golpe en el hombro. Era un carabinieri que me obligaba a aterrizarlo. A pesar de mantenerlo tan poco tiempo en el aire pude tomar una de mis fotos más exitosas, que fue elegida entre las doce mejores imágenes con dron de la revista National Geographic«, detalla.

Radim Kolibik

 

 

 

 

 

 

 

16 La Sagrada Familia, legado de Gaudí

En noviembre de 2014 Radim Kolibik visitó Barcelona. «Aprovechando el hermoso y soleado día tomé una fotografía de la Sagrada Familia», cuenta. «A pesar de que los drones se están desarrollando rápidamente y sus habilidades técnicas están mejorando, considero que la suerte es esencial para tomar fotografías que llamen la atención», añade.

Radim Kolibik

 

 

 

 

 

 

 

17 Arte y color en Angers (Francia)

«Esta instantánea se tomó en el festival de arte de calle Les Accroche-Coeurs, en Angers (Francia), justo cuando comenzó un espectáculo de color. El retrato que vemos en blanco y negro es un homenaje a Michel Crespin, fundador del Festival d’Aurillac y pieza esencial en el crecimiento del arte callejero», cuenta Philippe Vioux, director de la empresa Icoptair (dedicada a la imagen aérea). Desde 1999 se lleva celebrando esta fiesta con actuaciones musicales y teatrales gratuitas, que llena las calles de Angers con más de 200.000 personas durante tres días.

Philippe Vioux – MorganView/Icoptair

 

 

 

 

 

 

 

18 Venecia y Murano desde lo alto del Campanile 

Maurizio Torresan es un fotógrafo profesional que lleva trabajando en Venecia más de diez años. Retrata bodas, cumpleaños, eventos y fiestas temáticas, especialmente en la época de los carnavales. Un día decidió utilizar su dron FJI Phantom 2 para sobrevolar el Campanile de la Basílica de San Marcos, una torre de 98,6 metros de altura desde donde se observa toda la ciudad italiana, incluida la Isla de Murano. Conseguir esta fotografía no fue fácil. Según cuenta Torresan, las gaviotas acabaron por derribar el dron, que cayó al agua. Por suerte, aunque el aparato quedó completamente deteriorado, pudo recuperar sus archivos.

Maurizio Torresan

FUENTE : EL PAÍS / Pablo Albacete.